Quienes me conocen saben la tremenda conexión que
tengo con este espacio en el que me encuentro en la foto (La Lomita) y en
especial con el árbol que está detrás. Siempre que realizo una actividad allí,
bien sea un Conversatorio o un Círculo como por ejemplo el de Hombres, abrazo
ese árbol para recargar (¿o decargar?) energía y luego me dedico a lo que iba.
El abrazo de ayer fue tremendamente mágico, ya que
me encontraba (o me encuentro aún, pero en un nivel diferente) en un estado
emocional muy especial.
Abrazar árboles no es nada nuevo para mí. Siempre lo
hago; en mi adolescencia se convirtió en una de las maneras más prácticas de
recuperar mi paz en circunstancias adversas que, por cierto, no fueron pocas.
Como buen hijo de mi Caracas soy un enamorado de la
hermosa montaña que la protege y bordea, el Waraira Repano (o Cerro el Ávila).
Allí, el abrazar árboles fue desde la niñez una de mis actividades favoritas.
Aprendí incluso a escuchar y sintonizarme con su respiración y es una de las
cosas que me he empeñado en transmitir a mi hija.
Pero este árbol que se encuentra en la foto es un
amigo muy especial. Lo llamamos "El Yopo". Poco a poco les iré
contando sobre él. Y ojalá un día puedan conocerlo... y abrazarlo.
Por Elvis Canino Doula