lunes, 22 de julio de 2013

Los Cumpleaños

El hombre no es sólo un ser de esta Tierra que está limitado por el cuerpo físico y los cinco sentidos, sino que es un ser cósmico. Se halla unido continuamente a fuerzas y poderes que están más allá de la gama de frecuencia de la materia en esta Tierra. Su cuerpo físico no está sólo sintonizado con la Tierra y sus cuatro Reinos, sino también con los planetas, las otras partes del Cuerpo Solar. El hombre está siendo continuamente influido, ayudado y guiado por muchas fuerzas y poderes invisibles. Cuando encarna en la Tierra es un visitante transitorio. Viene por un breve período de tiempo para experimentar la vida en su limitado cuerpo físico, y regresa luego a su existencia real en las esferas que están por encima de lo físico.

Cuando el hombre encarna en la materia física se convierte en un instrumento de frecuencia. En el momento del nacimiento, cuando es electrificado por el éter que pone en movimiento el cuerpo físico que ha sido creado, es afectado por numerosísimas influencias invisibles. Se está estableciendo para esa encarnación particular sobre una frecuencia concreta: Su espíritu, la chispa individual de su Creador, es único. No hay en el Cosmos otra chispa similar a la suya, y en el instante del nacimiento, cuando comienza a caminar por la vida dentro del cuerpo físico, está estableciendo las influencias celestes para la vida que tiene por delante.

Las influencias que caen sobre esta Tierra son siempre cambiantes conforme las estrellas y planetas giran a su alrededor, y la naturaleza exacta de las influencias varía con sus movimientos. Es importante, en consecuencia, el momento exacto de vuestro nacimiento, pues entonces estáis estableciendo la frecuencia de vuestra vida. Antes de encarnar en la materia el hombre elige cuidadosamente el momento de su nacimiento de modo que pueda nacer bajo las influencias que desea dominar durante su recorrido de la vida. Hay muchas fuerzas que afectan a esta Tierra: el poder de vuestro Creador, los siete Rayos principales, las influencias de los Seres planetarios e interplanetarios y las de los numerosos reinos, desconocidos del hombre, de las esferas angélicas y dévicas. Estas influencias ayudan a formar las vibraciones del niño en el momento del nacimiento.

Podéis iros dando cuenta ya del motivo de que sea tan esencial que los niños nazcan naturalmente, en el momento designado, y por qué es tan importante el momento del nacimiento. No quiero decir con esto que el tiempo sea crítico en cuestión de segundos, pero es cierto que el alma planea entrar en la materia física dentro de un período de diez minutos terrestres. Por tanto, es muy equivocado que los médicos influyan de algún modo en el momento del nacimiento, y la costumbre actual de los médicos y enfermeras de adelantar o posponer el momento del nacimiento son espiritualmente incorrectas, pues están jugando con el destino del niño que está entrando en la materia. En esta Tierra hay muchas personas que se sienten perdidas y que no creen estar cumpliendo ningún propósito ni logrando nada en sus vidas presentes. Probablemente ello se deba a que la ciencia médica cambió el momento de sus nacimientos, y con ello cambiaron los destinos que habían elegido antes de entrar en la materia.

En el momento del nacimiento hay muchas fuerzas que anuncian la llegada a la materia de esa chispa del Espíritu Infinito. Es el momento del nacimiento de un alma en la materia física están presentes cientos de influencias, desde las esferas angélicas o dévicas a los guías espirituales, los ángeles guardianes, los maestros y profesores y aquellos que caminan con ese alma a lo largo de su vida. Todas están presentes para presenciar ese acto de la creación, y sus poderes, presencias e influencias son potentísimos en el momento del nacimiento.

Es importante que descubráis el momento del tiempo en que nacisteis, y que todos los años en el día del cumpleaños os sentéis a meditar y sintonicéis con esas influencias que descienden sobre vosotros, pues estarán presentes cumpliendo su deber de ayudaros mientras recorréis el camino de la vida. Pero ¿cuántas personas desechan por ignorancia o pereza esa ayuda? Son muchos, ciertamente, quienes desconocen la ayuda de su Creador que les guiará en el año que ha de venir, pues si se sentaran a meditar en el momento de su nacimiento podrían conocer su destino en el año siguiente y examinar lo que han sido y lo que van a ser, tal como está registrado en el Archivo Akásico de este mundo. Pueden determinar las vidas que han tenido hasta entonces. Pueden conocer la verdadera naturaleza de sus destinos y lo que les está preparado, y pueden pedir a su Creador la ayuda y guía que necesiten para cumplir esos destinos. Si el hombre utilizara los aniversarios de su nacimiento podría conseguir muchas cosas.

La mayor parte de la gente sólo celebra su cumpleaños en un nivel físico. Sólo son conscientes de las implicaciones físicas de su nacimiento: que han vivido otro año de su vida física, que se han hecho mayores, que se han enriquecido o empobrecido, que tienen buena o mala salud. Comparan sus progresos terrestres con el ideal que creen deberían haber conseguido para esa edad en términos de posesiones materiales o éxito material y, nuevamente en términos de gratificación personal, consideran lo que les gustaría obtener en los años que creen que les queda. Esa será la naturaleza de vuestro cumpleaños si realmente estáis limitados por lo físico; y por tanto sólo obtendréis resultados físicos. Tendréis felicitaciones, cartas y regalos de vuestros amigos. Quizá comáis y bebáis en exceso. Pero luego pasará ese cumpleaños y se unirá a los otros muchos que habéis tenido en esta vida y en vuestras vidas anteriores. Desaparece de la memoria, se va para siempre, ¿y qué habéis obtenido? ¿Cuántos de vosotros podéis recordar los cumpleaños de hace diez años?

Si contempláis vuestro cumpleaños de un modo materialista no obtendréis una recompensa duradera. Pero aquellos de vosotros cuyas conciencias hayan comenzado a progresar, que seáis conscientes del vínculo del hombre con la vida eterna y los planos de existencia que están más allá del físico, la conciencia verdadera de un cumpleaños produce una gran recompensa; pues en el momento del aniversario de vuestro nacimiento podréis apreciar la verdadera espiritualidad que hay en vosotros. Podréis recordar cómo habéis vivido el último año, el último ciclo de vuestra vida. Podréis apreciar dónde habéis fracasado y dónde triunfado, y determinar cómo ha avanzado vuestra conciencia y cómo la habéis limitado. Podéis planear lo que deseáis conseguir en el año que tenéis por delante, porque lo que no planeéis no lo conseguiréis. En el día de vuestro cumpleaños se os da la oportunidad de planear y de pedir a vuestro Creador que se cumpla ese plan. Tenéis la oportunidad de mirar ese año que va a venir y de decidir lo que vosotros, como individuos, deseáis hacer ese año. Aparecerá ante vosotros el destino de vuestras vidas: podréis leerlo y, teniendo en cuenta las influencias de vuestro entorno presente y vuestras vidas hasta ese momento, seréis capaces de decidir lo que podéis o no decidir lograr en los años que os quedan. Todo esto, por supuesto, se produce en niveles que están por encima de la conciencia física. Tiene lugar incluso aunque no os deis cuenta de ello, y suceden también en ese tiempo muchas más cosas de las que el hombre no es consciente.

Aquellos de vosotros cuya conciencia ha progresado un poco por el camino de la evolución podrán empezar a mirar el significado espiritual más profundo de los cumpleaños. El cumpleaños de vuestra encarnación actual en la vida física, aunque importante, no lo es de modo absoluto, pues el tiempo de vuestro nacimiento varía de una encarnación a otra mientras camináis por el planeta Tierra esforzándoos por aprender distintas lecciones. Lo importante es que os esforcéis por mirar al gran aniversario, al nacimiento de vuestra creación inicial. Deberíais esforzaras por tomar conciencia de ese momento en el tiempo en que fue creada la semilla del Espíritu Infinito, de ese momento en el que la semilla se dividió en dos formando dos chispas individuales del Espíritu y convirtiéndose en una realidad. Deberíais sintonizamos con ese momento, con el de vuestra primera creación, y al mismo tiempo deberíais tratar de sintonizar con vuestra otra mitad, vuestra afinidad, vuestro compañero anímico para la eternidad, pues con él os uniréis finalmente par a formar una unidad y regresaréis entonces a nuestro Creador. En tanto en cuanto comencéis a sintonizar con ese aniversario más importante empezaréis a entender el significado de vuestros aniversarios en vuestra encarnación actual.

En vuestro aniversario podréis viajar y visitar lugares que os son desconocidos en el nivel físico. Tenéis el privilegio de entrar en los Templos del Aprendizaje, las Salas de la Sabiduría, que normalmente no podríais visitar, para renovar vuestro conocimiento con aquellos seres que os guían y sirven y para leer lo que ha sido planeado para vosotros en el año que hay por delante. El hombre va dando traspiés ciegamente por el camino de su destino quejándose de que no sabe lo que va a sucederle o de que no puede entender por qué le suceden ciertos acontecimientos. Acusa al destino, al azar, o incluso a su idea de Dios, pero ni siquiera ha intentado descubrir su destino y planear el futuro. Tiene la oportunidad de hacerlo en el día de su aniversario.

Los cumpleaños no son sólo importantes a nivel espiritual; también lo son a nivel físico. Apenas os dais cuenta de que conforme pasa otro año y os hacéis un año más viejos muchos cambios afectan a vuestro cuerpo físico. Es natural que el hombre físico desee mirar sus cumpleaños desde una perspectiva física, y por eso me gustaría mirarlos ahora desde esa perspectiva. Los cumpleaños son un reflejo de las Eras absolutamente importantes a que están sometidos la Tierra y el Cuerpo Solar. Estas Eras cíclicas, cada una de las cuales dura dos mil años, tienen un importante papel en el Plan para la evolución de esta Tierra, y conforme la Tierra y el Cuerpo Solar pasan ciertas Eras o cambios cíclicos, el hombre en su cuerpo físico refleja, aunque en grado menor, esa progresión.

El hombre espera vivir unos setenta años, tal como dice la Biblia. Esos setenta años pueden dividirse en siete ciclos, pues un ciclo terrestre dura diez años. El número espiritual de esta Tierra es el siete, y la Tierra opera con la longitud de onda y vibración del siete. Por eso el ciclo terrestre del hombre se compone de siete años, que se corresponden con la vibración espiritual de esta Tierra. A éstos hay que añadirles tres años, que son suministrados para el descanso y rejuvenecimiento antes de que se inicie el siguiente ciclo, que astrológicamente representa la cúspide. Por tanto, cada diez años hay un cambio en los ciclos del hombre. Del mismo modo que la totalidad mayor, la Tierra, pasa por diversas Eras, como la de Piscis, Acuario o Capricornio, el hombre, a una escala menor, pasa por distintos ciclos en su vida. Cada uno de esos ciclos tiene gran importancia para el desarrollo del hombre, pues su desarrollo terrestre ha sido planeado de acuerdo con el ciclo en que se encuentra.

En el cuerpo físico del hombre hay siete centros espirituales, o chakras, aún no descubiertos por la ciencia médica, que son los responsables de la continuidad de la evolución mientras esté en el cuerpo físico. Estos siete centros espirituales son las semillas de las que surgen los siete cuerpos del hombre, y por medio de esos cuerpos superiores se vincula el hombre con los planos de existencia que están más allá de lo físico. Durante cada uno de los siete ciclos del hombre se abre y desarrolla uno de sus centros espirituales. El chakra apropiado alcanza su madurez durante los primeros siete años de un ciclo, y durante los últimos tres años el hombre tiene la oportunidad de demostrar lo que ha aprendido a través de su personalidad y crecimiento anímico. Por tanto, el hombre tiene que cumplir una tarea específica en cada uno de esos ciclos de diez años.

En el primer ciclo, del nacimiento a los diez años, cuando el hombre está abriendo y desarrollando su centro más inferior, el centro que hay en la base de la espina dorsal, cerca del cóccix, se está concentrando tan sólo en ser consciente de la vida en su encarnación presente. Se está familiarizando con la materia que le rodea y con los cinco sentidos de su cuerpo físico. Está empezando a ser consciente de la vida, la energía y la naturaleza que le rodea. Desarrolla y establece su personalidad y se hace consciente de sí mismo como individuo. También desarrolla su sentid o instintivo de conservación.

Durante el segundo ciclo, de los once a los veinte años, llega a la madurez el segundo centro espiritual, el que está localizado en la zona del bazo.  El hombre amplía sus perspectivas y utiliza las habilidades que ha desarrollado durante su primer ciclo para adquirir conocimientos del Universo y de su propio entorno. Es un período de autorrealización. Aprende a utilizar con fines benéficos sus poderes y sentidos físicos. Aprende a mezclarse con la gente, a asociarse con ella, va a la escuela y deviene consciente de la vida que hay más allá del individuo. Es más comunitariamente mentalizado

Durante el tercer ciclo, entre los veintiuno y los treinta y un años, llega a la madurez el tercer centro espiritual, el localizado en el plexo solar. El hombre dirige su atención a la unidad familiar. Amplía sus opiniones y conciencia más allá de sí mismo para adoptar la responsabilidad de la unión familiar, del matrimonio, de tener hijos, de establecerse y construir su propio hogar. Por tanto es, o debería ser, durante este ciclo cuando el hombre busca compañía y se casa. Durante este período el hombre experimenta las primeras lecciones reales del sacrificio, de poner a los demás antes que a sí mismo. Aprende constantemente por medio de la Ley de los Opuestos. Experimenta emociones de gran alegría y felicidad junto con gran pena y desilusión personal. Alrededor de los treinta años los tres chakras inferiores se deben haber desarrollado y el hombre debe haber alcanzado la madurez física.

Durante el cuarto ciclo, de los treinta y uno a los cuarenta años, comienza a madurar el cuarto centro espiritual, que está localizado en el corazón. El hombre que ha pasado por los ciclos de establecer su individualidad, su educación y su familia, vuelve sus pensamientos más allá del pequeño grupo de su familia a las condiciones del mundo en su totalidad, a la familia de la Tierra. Durante este período el hombre debería volverse menos autocentrado y menos posesivo. Debería trabajar físicamente por el bien de la Humanidad y preocuparse de que los pueblos del mundo tengan alimentos y ropas suficientes y la libertad de desarrollarse de acuerdo con su conciencia individual.

Durante el quinto ciclo, de los cuarenta y uno a los cincuenta años, llega a la madurez el quinto centro espiritual, localizado en la región de la glándula tiroides. El hombre, que ya ha dominado las lecciones físicas de la vida, es capaz de ponerse en el camino del verdadero despliegue espiritual. Comienza a practicar y demostrar un poco la sabiduría que ha adquirido durante su vida pasada. Con su ejemplo, empieza a demostrar la armonía de la vida que debería ya haber aprendido. Con su ejemplo está ayudando a sus hermanos menos desarrollados a ver cómo debería vivirse armónicamente, Debería ser capaz de expresar en su vida el amor de su Creador y de demostrar el verdadero camino de la vida.

Durante el sexto ciclo, de los cincuenta y uno a los sesenta anos, madura el sexto centro espiritual, que esta localizado en la región de la glándula pineal. El hombre, que previamente ha mostrado el conocimiento y la sabiduría que había adquirido durante toda su vida, comienza a enseñarla. En ese ciclo el hombre se convierte en un profesor de la sabiduría que posee y la devuelve a la Humanidad, que se la había dado a él en los cincuenta años anteriores. Durante este período debe poder realizar un verdadero servicio espiritual a la Humanidad. Debe ser capaz de enseñar a los no iluminados y de mostrarles, mediante su completo dominio de sí mismo, que toda la creación está de acuerdo con la Ley Divina la Ley Natural. El sexto chakra es el mental y el hombre debería alcanzar la madurez mental en este ciclo.

Durante el séptimo y último ciclo, entre los sesenta y uno y los setenta anos, madura el séptimo centro espiritual, que está localizado en la región de la glándula pituitaria. Durante este ciclo el hombre aprecia, con verdadero entendimiento y sabiduría espiritual, la vida que ha llevado, todo lo que ha soportado, la sabiduría y conocimiento que ha adquirido. Se prepara para la transición de la muerte. Mira la vida con un ojo conciente y aprecia los verdaderos valores de la vida que le rodea, su propio propósito y lo que ha venido a hacer. Debe de gozar espiritualmente de los frutos de sus trabajos, pero continúa sirviendo a la Humanidad lo mejor que puede. Debería de dominar a los otros reinos de esta Tierra y no estar atado a la materia.

Dependiendo de vuestra edad podéis, como veréis ahora, adecuaros al ciclo apropiado y ver por qué cosa deberías esforzaros idealmente. He descrito el progreso de una persona espiritualmente consciente. Muchas de las almas que encarnan sobre esta Tierra no pasarían del tercer ciclo aunque vivieran cien años, pues esa es la naturaleza de su evolución. En cambio una persona muy sabia, un gran Maestro como el Nazareno, completa esos ciclos de desarrollo mucho más rápidamente que una persona normal. Abrirá dos centros en cada ciclo particular y por eso al final del tercer ciclo, cuando haya cumplido treinta años, será completamente consciente y capaz de dar a la Humanidad. El hecho de que el hombre debiera haber completado la apertura de todos sus centros a los setenta años no significa que necesariamente sólo pueda vivir esos setenta años. Tras esos setenta años se encuentra en posición de. dar realmente a la Humanidad, y para entonces será una persona completamente desarrollada.

Son importantes tanto los años que habéis vivido como los que vais a vivir, los años no pasan interminablemente, sin significado, pues vuestro destino individual está planeado al igual que el de esta Tierra, y los ciclos de vuestro destino están planeados como los ciclos de la Tierra. Los años que habéis vivido tienen un gran significado, y también los años que os quedan. Un cumpleaños no es una mera oportunidad para reconocer que sois un año mayor, pues en realidad eso no tiene importancia. Los años físicos vividos no equivalen a sabiduría espiritual. Podéis vivir setenta años y obtener muy poco conocimiento espiritual, y en vuestro último año adquirir una sabiduría que afecte mucho a vuestra conciencia en vuestra siguiente encarnación. Por tanto, no penséis en los cumpleaños como señales de los años que han pasado, sino que debéis considerarlos tal como vuestro Creador deseó, como momentos de renacimiento. En realidad, un cumpleaños es un tiempo de reencarnación. Todos los años de vuestra vida se demuestra el Principio de reencarnación, pues cuando conmemoráis el momento de vuestro nacimiento podéis reencarnaros.

Cuando miráis al pasado y examináis lo que habéis hecho en el último año sois conscientes de todas las faltas que habéis cometido, de todos vuestros errores, que son pesados en una balanza. Todo el mal que habéis hecho no es anotado en vuestro verdadero registro akásico hasta el momento del tiempo en que nacisteis, cuando las influencias planetarias fueron correctas. Entonces, junto con los grandes seres de los niveles superiores, veis lo que habéis hecho en el año que acaba de pasar y determináis lo que debería constar en ese registro. Evidentemente, no os podéis oponer a la Ley del Karma, pues lo que habéis hecho tendrá su efecto, pero por el mismo hecho de reconocerlo podéis transmutarlo en el año que ha de venir. Por tanto, es importante que apreciéis el año que ha pasado. Miraos a vosotros mismos y ved lo que habéis hecho, lo que habéis sido, y planead lo que deseáis en el futuro.

Por tanto, cada diez años tenéis un cumpleaños importante. Cada diez años deberías hacer un esfuerzo especial por sentaros y observar realmente vuestros progresos con respecto al ciclo que acabáis de completar. A partir de los treinta años, los ciclos intermedios de cinco años -es decir los treinta y cinco, cuarenta y cinco y sesenta y cinco años- son también importantes. Esos aniversarios son importantes porque tras el treinta cumpleaños, cuando habéis abierto los tres chakras inferiores y alcanzado la madurez física, comenzáis a desarrollar los cuatro chakras superiores, que os vincularán con la espiritualidad de la vida más allá de la conciencia física.

Por tanto, os pido a todos que comencéis a utilizar vuestros cumpleaños, y que cuando llegue el siguiente lo veáis con una visión nueva, no corno los anteriores sino como una oportunidad dada por vuestro Creador para un momento de renacimiento. En ese momento podéis cambiar, pues todo el poder y el amor de vuestro Creador está cayendo sobre vosotros. En ese momento todos los Cielos derraman sus poderes sobre vosotros para revitalizaros y reforzaros para vuestro siguiente ciclo. Sois rodeados por las esferas angélicas y lo que pidáis os será concedido, pero no se os dará si no pedís. ¿Empezaréis a hacerlo así?


(La Revelación de Ramala - The Ramala Centre)